
La posibilidad de realizar viajes, ya sea locales o al extranjero representa una excelente oportunidad para que los padres estrechen lazos con los hijos; los hijos se diviertan y tengan espacios de libertad segura y para poner en práctica mucho de lo aprendido a lo largo de los años.
Las vacaciones con frecuencia implican ciertos niveles de estrés para los padres pues aun cuando un viaje implica felicidad, cambio de ambiente y aprendizaje, saber cómo manejar situaciones de conflicto, que de forma natural pueden surgir, no es tarea fácil.
Lo primero a tomar en cuenta debe ser que, a la hora de planificar un viaje, es imprescindible considerar la edad de los chicos. Si nos entusiasma Europa y contamos con los medios para ir pero una vez allí no buscamos opciones adecuadas para los chicos, las vacaciones no se convertirán en la experiencia gratificante que esperamos.
Lo segundo es que es importante planificar qué se hará en los momentos de traslados o de descanso. No es recomendable que un/ una niño/ a permanezca 4-5 horas de forma constante frente a un dispositivo electrónico. Esta herramienta puede ser un gran aliado usado con consciencia y control pero no debe usarse como un escape para que los padres puedan desentenderse. Criar y guiar a otro ser humano es una tarea que implica trabajo constante, siempre y cuando el objetivo sea hacer todo lo que se pueda para que sea una persona de bien, organizada y productiva.
Por otro lado, la interacción con los demás, los juegos de mesa como las cartas o el parchís, son opciones sanas que nos ayudarán a compartir con nuestros hijos y enseñarles aspectos vinculados a la vida diaria que un dispositivo nunca hará.
Pensemos en las vacaciones como una oportunidad para crear recuerdos felices y significativos que permanecerán por siempre en la memoria de todos en la familia.
Carla Sofía Cruz Sánchez