
Uno de los trabajos que más he disfrutado una vez insertada en la vida laboral fue el de Terapeuta Sombra. Las satisfacciones diarias al evidenciar cambios favorables, los retos que se presentaban cada día ante conductas determinadas; los pequeños logros diarios que se convirtieron en grandes cambios en la vida tanto del niño como de los padres, no tenían precio.
Sinceramente pienso que mi primer hijo siempre será este niño con quien trabajé durante 2 años. Mi rol dentro del aula junto a él era lograr que se insertara, llevara a cabo las actividades, socializara y aprendiera buscando Su forma de aprender.
No fue una labor fácil pero con el apoyo de su terapeuta de cabecera y una disposición plena y sin límites de sus familiares, se que el trabajo realizado tuvo sus frutos.
El hecho de haber vivido esta experiencia me hace pensar sobre cuál debe ser el rol real de quien lleva a cabo esta linda labor.
Inicialmente, lo que más presente debe tenerse es que el objetivo es ser cada día menos necesario y que por lo tanto ese/a niño/a sea cada vez más independiente. La función principal siempre será la de intentar manejar las conductas que se presenten, logrando que sean superadas y que al final del año escolar el niño haya logrado todo lo que desde el inicio nos hayamos planteado.
Es evidente que no todo podrá lograrse en un año. Es por esto que las metas deben ser claras, específicas y realistas. Quien realiza esta labor debe estar consciente de que posiblemente deba utilizar técnicas conductuales como la contención ante eventos de agresividad y que el refuerzo positivo es su gran aliado.
Aunque son muchas las estrategias que deberán emplearse, nada será más importante que tener un corazón grande para guiar a ese ser con quien estableces una conexión especial que ni el tiempo ni otras labores podrán borrar. Para acompañar a un/a niño/a se necesita amor, sabiduría, entrega y la firme convicción de que todo cuanto hagas, lo haces para que pueda tener una vida independiente, rica en experiencias y con el convencimiento de que todo lo que se plantee en la vida, podrá realizarlo y que si por alguna razón no se pudiera, por falta de intentos y de fe en sí mismo, no será.
Y es que como dijo Confucio: “Dime algo y lo olvidaré, enséñame algo y lo recordaré, hazme partícipe y lo aprenderé.