
Todos, en el desarrollo del lenguaje cometemos errores de pronunciación que forman parte del proceso de maduración de los órganos vinculados con el habla y que en los primeros años de vida, son vistos como errores ¨jocosos¨ que luego forman parte de historias y anécdotas que familiares y amigos narran acerca de nosotros y que luego son superados.
Generalmente, hasta los 6 años de edad son ¨permitidas¨ y ¨normales¨ ciertas dificultades articulatorias pues los músculos de la esfera orofacial aún no han alcanzado la tonicidad o ¨fuerza¨ adecuada, para que el lenguaje se desarrolle de manera óptima.
En edades tempranas errores como ¨no me puedo quitar los papatos¨ o ¨no se lo que simifica eso¨ son totalmente normales. Las dificultades y señales de alarma surgen cuando a los 6 años un niño todavía no cuenta con un repertorio fonético completo y por lo tanto, sustituye la ¨s¨ por ¨z¨ en ¨sapo¨ o cuando a partir de los 7 años presenta dificultades para pronunciar palabras como ¨trabajo¨, ¨profesora¨, ¨pleito¨, ¨primero¨ , ¨trompo¨, entre otras.
Si bien es cierto que todos los niños no presentan un desarrollo lineal y que por lo tanto alguno podría tomarse un poco más de tiempo para adquirir ciertos fonemas, también es cierto que antes se intervenga, mejor pronóstico puede haber y antes se superan dichas dificultades. Cuando no se interviene de forma temprana porque ¨ya lo dirá¨, podemos caer en el error de no permitirle a los/as niños/as tener un desarrollo del lenguaje y social, adecuado y luego tenemos adolescentes y adultos que sustituyen fonemas y en los que la intervención puede tomar más tiempo pues han asimilado como normal un patrón de habla que no es el correcto.
Un ejemplo clave de un adulto con dificultades de articulación podemos tenerlo en una famosa cantante de los años 50 – 60, quien interpreta la canción ¨ Puro Teatro¨, al escucharla con detenimiento es evidente la marcada presencia de dificultades articulatorias ante palabras con sílabas trabadas como ¨teatro¨, en la cual la cual la /r/ es sustituida por una /d/, palabras como ¨simulacro¨ o ¨destrozar¨ en los cuales sucede la misma sustitución antes citada. La cantante era capaz de pronunciar el fonema /r/ al encontrarse al final de las palabras o al principio, pero al tratarse de una sílaba trabada, fallaba en la vibración del fonema. Este es un claro ejemplo de que en la adultez pueden existir dificultades y que las personas podrían desenvolverse sin grandes problemas pero no por ello debemos eximir a nuestros hijos de tener un desarrollo del lenguaje articulatorio lo más óptimo posible ni podemos asumir que todos los casos a largo plazo tendrán un desenlace como este.
Carla Sofía Cruz Sánchez