
En los últimos tiempos y con cierta frecuencia, se han acercado a mi chicos/as con el siguiente comentario: ¨casi nunca veo a mi papá¨. Mi reacción inicial es de sorpresa y acto seguido pregunto: y ¿por qué dices eso? A lo que recibo la siguiente respuesta: es que él siempre está trabajando, llega por las noches y al hacerlo, ya me encuentro durmiendo. Sin dudas este escenario se produce de manera frecuente y es una realidad en muchas familias de nuestra Sociedad.
Esta situación genera en mi una necesidad de abordar cuál debe ser el rol de los padres (ambos) en la crianza de los hijos porque, ¿qué ejemplo le damos a un hijo si nunca estamos presentes?
Me consta que la vida que llevamos hoy en día nos exige mucho y que para cumplir con las necesidades de la familia necesitamos trabajar, a veces, mucho más de lo que deseamos o que humanamente podemos. Sin embargo, el equilibrio en lo que hacemos es lo que nos permitirá tener un trabajo, una familia y una vida personal estable pues, de qué me sirve trabajar 15-18 horas diarias, si no puedo darle a mis hijos lo más valioso que tengo en la vida: mi tiempo.
El tiempo no espera a nadie: pasa, pesa y pisa, como dice mi madre y todo ello sin darnos cuenta. Para cuando hemos abierto los ojos, es imposible dar marcha atrás y recuperar el tiempo perdido. La imagen de un Padre o una Madre no se forja por las 2 horas que pueda dedicarle durante los fines de semana: se crea en el día a día, en las decisiones que tomamos, en los ratos compartidos, en las dificultades superadas y en el amor ofrecido.
El papel de ambos padres en la vida de los hijos es determinante. El ejemplo de dedicación, responsabilidad y trabajo son, sin lugar a dudas algunos de los más importantes pero no por ello debemos olvidar el rol de soporte emocional, de ejemplo de amor, solidaridad, respeto, entrega y sacrificio que solo con la presencia diaria es posible reflejar.
Tratemos de buscar el equilibrio en aquello que hacemos y démosle a nuestros hijos tiempo de calidad, de modo que al pasar el tiempo, dejemos la huella de haber estado presentes de manera significativa a lo largo de su desarrollo.
Carla Sofía Cruz Sánchez
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