Al llegar el ocaso de un año con frecuencia reflexionamos y miramos en retrospectiva. Cada año puede traer consigo sorpresas, ilusiones, bendiciones, retos e inevitablemente, dificultades.
Este 2021 que termina, siendo el segundo año en el que ha sido necesario ponernos nuevos lentes y ver la vida desde otra manera, confieso que he crecido. Agradezco a Dios todas las oportunidades, bendiciones, retos y decisiones que fue necesario tomar.
Este año he podido afianzar que un corazón en paz y agradecido atrae todo lo perfecto que está en el plan de Dios. Que este año termine significa que por 365 días tuve el privilegio de despertar, contemplar y disfrutar las maravillas de la creación. Significa que cada evento acontecido pudo servirme de aprendizaje y que puedo poner en práctica todo esto, cada día que me sea concedido.
La palabra gratitud implica que veo de manera positiva lo que puede acontecer y agradezco que las cosas sucedan como suceden pues es lo que más conviene.
De manera personal agradezco a Dios por la salud a lo largo de este año, por mi familia y su estabilidad. Doy gracias por el privilegio de llevar una vida dentro de mí, agradezco su existencia y todo lo bueno que traerá. Agradezco cada reto que pude enfrentar este año, cada aprendizaje y sé que un corazón agradecido ve la voluntad de Dios en todo.
Termina un año y empieza otro en el que con fe y agradecimiento, seremos testigos de cómo el Padre obra en nuestra vida y nos concede todo cuanto necesitemos. Finalizo con la siguiente frase: “Cuando empecé a contar mis bendiciones, mi vida cambió”.— Willie Nelson